La filosofía ha vuelto a las calles

Resumen

La filosofía escolarizada enfrenta una crisis en una sociedad neoliberal que ni la reconoce ni la quiere. Este rechazo ha generado diversas reacciones: por un lado, la búsqueda de espacios públicos para la práctica filosófica, por el otro, una revisión de los modelos de enseñanza escolarizada. Estas respuestas corresponden a dos maneras distintas de interpretar la filosofía: como una profesión -reservada a una élite universitaria- que se transmite en las aulas y, desde otra perspectiva, como pensamiento crítico, al alcance de todas las personas.

El desinterés de la sociedad ha llevado a cuestionar si se puede enseñar la filosofía y qué es lo que se puede transmitir. Hegel defiende la enseñanza de la historia de la filosofía, en oposición a quien piensa que se puede aprender a filosofar sin contenido. Son muchos los autores que consideran la filosofía como transmisión de archivo. En esta perspectiva, el acento está puesto en la enseñanza.

Desde otra perspectiva el tema central es la práctica: a partir de Kant, se repite la advertencia de que no se aprende la filosofía, sino a filosofar, por lo que lo importante es ejercitar a los estudiantes en la reflexión y la argumentación.

Cerletti pone el acento en la actitud: se trata de enseñar la mirada cuestionadora, problematizadora de la que hablaba Freire. Lyotard propone enseñar a desear: filosofar es dejarse llevar por el deseo, y Barthes propone el método del “maternaje”.

A partir de este marco se analiza lo que se ha llamado la filosofía en la ciudad, también conocida como filosofía práctica, que se realiza en cafés, en bibliotecas, espacios públicos, medios difíciles o empresas. Estas iniciativas se caracterizan por el debate grupal y buscan desarrollar una cultura del cuestionamiento. La filosofía en la calle podría ser una entre tantas respuestas a la despersonalización de la vida urbana.

Palabras clave: filosofía, enseñanza de la filosofía, filosofía en la ciudad